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¿Prohibido o Permitido?

Si prohíbo no me enfrento.  Básicamente esta es la razón, por la que “Prohibir” no tiene ningún sentido.


En el modelo de alimentacion que proponemos en "Desenrollate", definimos a los alimentos como mejores, y no tan buenos; basandonos en el impacto que tienen estos en nuestro organismo, y en la manera en que ellos favorecen o limitan a Mi Obesidad.


Hablamos de alimentos prohibidos cuando, basándonos en un control externo (impuesto desde fuera), dejamos de consumir ciertos alimentos o productos sin conocer, comprender o interiorizar los motivos por los cuales lo hacemos.

Sin embargo, han relacionado esta prohibición – impuesta desde fuera o autoimpuesta - con un incremento del deseo por dichos alimentos prohibidos.


Continuando con el concepto de restricción, cuando hacemos referencia a la restricción alimentaria o prohibición de alimentos, no es solo la restricción conductual, es decir, no nos referimos de forma exclusiva a no ingerir y evitar esos alimentos o productos. Parte de los componentes de la restricción también son los pensamientos constantes sobre “NO voy a comer este producto”, “hoy solo lechuga”, “es el último trozo de chocolate que comeré”. Nuestros pensamientos influyen en nuestras elecciones alimentarias y también en nuestras acciones. Habitualmente NO reflexionamos sobre lo que pasa por nuestra cabeza cuando nos alimentamos y me gustaría invitarte a realizar esta reflexión y prestar atención (sin juicio) a cómo tus pensamientos responden a tu relación con la comida.


Decir NO a la prohibición de alimentos no implica comer sin control.  Es mucho más complicado que formular esa afirmación tan sencilla.

Permitirnos implica trabajar hacia lograr ese famoso 70/30 u 80/20 del que siempre hablamos en "Desenrollate". Implica aprender a comer lo que nos hace bien, lo que tiene mas valor nutricional. En definitiva conocer mas acerca de aquello que ingerimos todos los dias. Por lo tanto, implica:

1. Gestionar la cantidad de alimentos, previniendo un abuso.

2. Diferenciar los tipos de hambre que influyen en nuestra ingesta.

3. Aprender a sentir e identificar las sensaciones de saciedad.

4. Conocer y aprender diferentes opciones saludables con las que tomar dichos alimentos.


Se trata, entonces, de EMPODERARNOS. Veamos esto de un modo más sencillo: supongamos que no puedes evitar encontrarte con productos no saludables en almuerzos, cenas, supermercados y a veces hasta en mercados. En este caso, aprender a gestionarte con ellos, trabajar el comer consciente, conocer sus ingredientes y saber leer las etiquetas son algunas de las semillas que harían crecer tu motivación intrínseca, implicando una autogestión basada en la comprensión y el respeto hacia tu cuerpo y tus necesidades.

Si prohibimos alimentos o productos sin tener en cuenta estos factores, estaremos fomentando un círculo vicioso de pensamientos y exigencias que aumentará el malestar con nosotros mismos. La culpa comenzará a jugar malas pasadas y el sentimiento de todo o nada estará presente en cada supuesto error cometido: “Ya de perdidos al río”, “Ya he destrozado el día, total qué más da”, “Para una vez que puedo comerlo...”.

Las estrategias que se deben utilizar en este caso, además de una educación alimentaria que permita el conocimiento adecuado de los alimentos que se pueden o no comer, se basan en la adaptación progresiva a los cambios, en la búsqueda de los alimentos y cantidades adecuadas,  y en las alternativas culinarias y sociales que permitan seguir llevando un estilo de vida saludable.



Por otro lado, el trabajo con la motivación o control se basa en unos principios  donde nos vamos a centrar en aceptar la situación actual (Mi Obesidad), en trabajar el control de estímulos, la gestión social o las habilidades sociales. Al fin y al cabo, toda una serie de estrategias que hagan sustentable el proceso de cambio. 

De todos estos factores que estamos nombrando, la aceptación es uno de los más importantes. Aceptar la situación en la cual la persona se encuentra y comprender las limitaciones que implica, le ayudará a adaptarse y flexibilizar sin caer en pensamientos rumiativos que le impidan progresar. El trabajo con la aceptación situacional estará compuesto por las emociones asociadas, la rabia ante el diagnóstico, la reorganización a nivel de alimentación, y la readaptación social entre otros.


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